1.3.12

Buscar a los mejores, ¿o formar a los mejores?

Por Hugo Barroso (Especial)

Una vez leí un artículo que ofrecía algunas claves para alcanzar el éxito dentro de un equipo: comunicación, liderazgo, buenas relaciones, orientación al cliente y otras habilidades, algo difundido en los libros de gestión de recursos humanos y puesto en práctica por muchas empresas. Pero una de las claves me llamó la atención: “contar con los mejores”. Me quedé reflexionando el tema, porque creo que en las organizaciones hay mucho esfuerzo por encontrar a los mejores, aún cuando a veces se vaya muy lejos en la búsqueda para convencer a los que consideran mejores, lo cual no sé si resulta útil realmente.

Lo cierto es que me quedé reflexionando en el tema. Entonces recordé que años atrás dirigí un equipo muy particular, debido a que sus integrantes estaban desanimados, ninguno era profesional y no veían futuro, no tenían ganas de seguir creciendo en la empresa y esperaban poder irse. Recuerdo que el gerente me dijo “es un equipo pobre”. Pero, ¿en qué radica la riqueza de un equipo?

Entonces el desafío era grande: o reemplazaba a todos los del equipo y buscaba a los mejores, o los ayudaba a ser los mejores. Volví a leer el artículo, era claro: “contar con los mejores”; debía tener al mejor equipo para lograr los objetivos en un corto plazo, muy breve. Entonces tomé la decisión: comencé a mirarlos con detenimiento, a encontrar en cada uno de ellos eso que los hacía únicos. Encontré cosas que me gustaron y me pregunté, ¿cómo hago para que den lo mejor de sí?
La primera reunión fue un desastre, cada uno se esforzaba por mostrar que el mejor modo de hacer las cosas era el suyo. Salí bastante preocupado de esa reunión pero al ver las anotaciones que tomé mientras estábamos en esa sala, observé que todos tenían algo de razón y que, si conseguía que entre ellos se comunicaran, seguramente lograrían hacer algo mejor de lo que individualmente proponían.

Esa noche cuando llegué a casa, vi una interpretación del tema de Queen “Rapsodia Bohemia” hecha por los Muppets. Y aunque era una versión diferente, era muy graciosa y emocionaba igual que la original. Entonces se me ocurrió mostrarle los dos videos a mi equipo y preguntarles cuál de las dos versiones era mejor para cada uno de ellos. Así lo hice y se planteó un largo debate. La conclusión fue que las dos son buenas, y que ambas logran su cometido. Mi mensaje fue claro a partir de esa reflexión: no hay una sola forma de hacer las cosas, hay muchas, y si juntas pueden hacer que los objetivos se cumplan, entonces son las mejores.

Desde ese momento la premisa fue “hacer las cosas de la mejor manera que nos salga, pero siempre alcanzar el objetivo”. Así, ellos descubrieron que podían llevar adelante los procesos a su manera, pero también al consultar con los demás, las posibilidades se ampliaban y era mejor para alcanzar los objetivos con éxito.

Al final del año se superaron las expectativas, había alegría, buena comunicación entre todos, se crearon relaciones duraderas y hasta recibimos una felicitación por superar con éxito los objetivos.

Hoy no creo que la clave sea tener siempre a los mejores, creo que resulta más útil hacer que cada uno de los que forman un equipo ofrezca lo mejor de sí, aprovechando sus capacidades y, fundamentalmente, dándole la libertad de elegir la forma o el modo de alcanzar los objetivos.

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